Transformar los búhos en quesos

Transformar los búhos en quesos

03/02/2017


¿Quién llegaría antes a la meta en un laberinto? ¿El ratón que pretende alcanzar su comida o el que escapa de un depredador?

Aparentemente, el sentido común nos dice que el miedo a la muerte motiva más que el deseo de disfrutar de un tentempié. Uno pensaría que el ratón correría mucho más deprisa cuando es amenazado por un búho que cuando persigue los efluvios de un delicioso trozo de queso. Y, en efecto, no nos equivocamos si pensamos así.

Sin embargo, la pregunta incluye un laberinto, no un pasillo recto por el que correr alocadamente. Y he ahí el quid de la cuestión. Si el ratón tuviera que resolver problemas de cierta complejidad, sería mucho más eficiente yendo a por el queso que huyendo del búho. La razón de que esto sea así es que perseguir metas apetecibles promueve una mayor creatividad que evitar estímulos ansiógenos.

Desconozco, realmente, si este experimento se ha realizado con ratas. En el caso del ratón sólo estoy especulando, pero este fenómeno sí que ha sido estudiado en humanos. Precisamente, los psicólogos Friedman y Förster (2001) utilizaron el juego del laberinto del ratón con ambas condiciones, el queso al final del laberinto o el búho que lo sobrevuela, y comprobaron que los estudiantes que participaron en el experimento tardaban más en huir del búho que en llegar al queso. Es decir, la ansiedad que les provocaba el sentimiento de huida perjudicaba su creatividad a la hora de resolver el laberinto; mientras tanto, en la condición donde debían alcanzar el queso, los estudiantes conseguían resolverlo en una media de tiempo inferior, el mismo laberinto.

Creo que estos resultados a todos nos sonarán familiares. Cuando dejamos que nuestros miedos guíen nuestros días, nos pasamos la vida huyendo y como paralizados. No encontramos la salida del laberinto, porque no estamos persiguiendo ninguna meta, sino que simplemente nos dedicamos a huir de algo que nunca desaparecerá del todo. Evitar todo aquello que nos produce ansiedad es un proceso sin fin. La amenaza siempre está ahí, más o menos probable, pero siempre posible. Por ejemplo, el que tiene miedo de las palomas, o de la gente, o de engordar, nunca deja de evitarlo. Las palomas, las personas y los kilos de más siempre pueden reaparecer, a cada momento, detrás de cada esquina.

Sin embargo, perseguir metas es un proceso totalmente opuesto. Nuestra inteligencia se afila, nuestras emociones son más positivas y nuestra motivación crece conforme nos vamos acercando. Las metas alcanzables no poseen el don de la ubicuidad; la ansiedad, sí. Nuestras metas personales residen en un lugar concreto, y esto nos permite descansar de vez en cuando y elegir cuándo esforzarnos. Si nuestra meta es conquistar el corazón de una persona, o conseguir un puesto de trabajo, sabemos exactamente cuál es el objetivo y podemos planificar una estrategia. Y una vez conseguido, se acaba el problema. La evitación de las amenazas, sin embargo, es un proceso eterno, siempre presente y carente de toda estructura.

En palabras que los ratones pueden entender: el queso no se mueve, nos espera pacientemente y se delata por su olor; sin embargo, el búho sobrevuela silencioso, acecha oculto en la noche y con los ojos como platos.

¿Qué podemos hacer? Transformar nuestros miedos en metas, convertir nuestros búhos en quesos, y, así, seremos mucho más creativos y, por lo tanto, eficientes a la hora de conseguir lo que queremos. No queramos conocer a alguien para escapar de la soledad, sino porque nos interese de verdad conocer a alguien interesante. No queramos bajar unos kilos para no vernos gordos, sino porque nos gusta estar en forma y disfrutamos de las sensaciones saludables. No queramos dejar de emborracharnos porque nos lo exige nuestra familia, sino para llevar una vida digna basada en el respeto por nosotros mismos. No queramos evitar situaciones sociales incómodas, sino aprender a desenvolvernos mejor en este tipo de situaciones.

En definitiva, convirtamos nuestras debilidades en oportunidades para mejorar. ¡Dejemos de evitar lo que tememos y empecemos a perseguir lo que queremos!

Vicente Bay

 

Bibliografía:  Friedman, R.S. y  Förster, J. (2001). The effects of promotion and prevention cues on creativity. Journal of Personality and Social Psychology, 81 (1001-1013). doi: 10.1037/0022-3514.81.6.1001.