“No puedes crecer y desarrollarte si sabes las respuestas antes que las preguntas“,
Wayne Dyer
El psicólogo Javier Castillo Colomer nos habla de la “depresión como rito de paso” en un capítulo de su libro El Valor del Sufrimiento, editado por Desclée de Brouwer. Me gustaría comentarlo porque creo que toca un tema interesante: lo importante que es hacerse preguntas.
Javier Castillo recuerda en su libro a uno de los héroes por excelencia: Hércules (o Heracles). Este semidiós griego recibió el encargo de superar doce pruebas que ningún hombre normal podría superar. Muchos niños conocimos la historia de Hércules a través de Astérix y las doce pruebas. Sea cual sea la versión, las tareas a las que se enfrenta Hércules, o Astérix, en mi opinión no se diferencian mucho de las tareas a las que cualquiera nos enfrentamos en nuestra vida. Matar al león de Nemea no puede ser más difícil que enfrentarse a unos exámenes finales. Limpiar los inmensos establos de Augías es para muchos el pan de cada día. Encontrar pareja puede ser más difícil que robar las manzanas del jardín de las Hespérides.
Hércules no claudicó y, con su inmensa fuerza divina, el hijo medio mortal de Zeus superó una a una todas las pruebas. He de confesar que yo nunca he sido como Hércules. A la tercera o cuarta prueba, yo habría corrido a un rincón, me habría hecho pequeño y habría intentado desaparecer. Al poco rato, no obstante, me hubiera puesto a caminar en círculos, cabizbajo, pensando en cómo aligerar mi carga. Y en no mucho tiempo, calculo, hubiera encontrado la manera de seguir. Pues bien, esto también es heroico, nos recuerda el psicólogo Javier Castillo en su libro. Existen otros héroes que no son hercúleos y, cuando las fuerzas nos fallan, está bien acordarnos de ellos. Todos tenemos derecho a retirarnos de la batalla, a lamernos las heridas y a recomponer nuestras ideas. No lo haríamos si lleváramos, como Astérix, una cantimplora llena de poción mágica; o si nuestro padre fuera dios de dioses, como en el caso de Hércules. Por suerte o por desgracia, nuestra vida no es un cómic ni una epopeya griega.
En una de las pruebas, Hércules debía descender a los infiernos para vencer al can Cerbero, el perro guardián de tres cabezas. Según algunas versiones, el héroe entró en el inframundo repartiendo mandobles a diestro y siniestro, llegando a herir al propio Hades, es decir, a la propia muerte. Pues bien, en la vida, sacar pecho y destruir todos los obstáculos no es la única forma de heroísmo. Existen también los héroes que preguntan, nos recuerda el profesor Castillo, cuya motivación no es solamente vencer, sino conocerse a sí mismos. Son héroes a los que les mueve la curiosidad, que no sólo miran hacia adelante, sino en todas direcciones. Por ejemplo, Ulises (Odiseo), quien quería experimentar por sí mismo el enloquecedor canto de las sirenas y, desconfiando sabiamente de su capacidad de resistencia, se hizo atar al mástil de su navío delegando en sus hombres el gobierno de su barco con total confianza en ellos. En una ocasión, también Ulises tuvo que descender a los infiernos, pero lo hizo para preguntar cómo podía volver a su casa, a Ítaca.
En realidad, más que alcanzar su objetivo final, que era llegar a la isla de Ítaca con su amada Penélope, a Ulises empezó a interesarle con mayor pasión el propio viaje. Él sabía que muchas veces sufriría, pero ese sufrimiento constituía para él una forma de aprendizaje, inclusive cuando sabía que saldría derrotado. Ulises nos enseña que el viaje es más importante que el destino final del mismo; de hecho, podemos pensar en el viaje como el destino en sí mismo. El poeta griego Constantin Kavafis recoge esta idea en su maravilloso poema Ítaca.
El profesor Castillo nos recuerda también a los caballeros del rey Arturo, como Perceval, que buscaban el Santo Grial. En realidad, el valor del Santo Grial residía en su búsqueda, esto era, en el crecimiento espiritual que conllevaban las aventuras necesarias hasta encontrarlo. El verdadero Santo Grial consistía, paradójicamente, en la oportunidad de buscar el Santo Grial y, al encontrarlo, había que hacer dos preguntas que nadie conocía. ¿Os imagináis a Hércules en este tipo de tarea, entrando con su espada a los templos y machacando todo a su paso? No, me temo que Hércules no es el tipo de héroe dado a hacer preguntas existenciales.
En la vida hay momentos para la fuerza y el valor, pero también para la introspección, y también para solicitar la colaboración de los demás. En definitiva, para hacernos las preguntas pertinentes, aquellas preguntas que pueden abrirnos otros caminos.