“¿Trabajas en equipo? Enséñame las cicatrices“,
Balfour Mount
La asertividad es la habilidad de expresar nuestro desacuerdo, o nuestro desagrado, sin que los demás se sientan atacados. Asertividad es saber defender nuestros derechos, pero respetando al mismo tiempo los derechos de los demás. Se trata de un conjunto de herramientas de comunicación que nos permite resolver conflictos sin generar conflictos aún mayores en el intento. La asertividad es el camino medio entre una actitud agresiva, que vulnerará los derechos de los demás, y la pasividad, que dejará nuestros derechos sin defender. Para resolver esta disyuntiva muchas personas desarrollan un estilo híbrido llamado pasivo-agresivo, el cual tampoco resuelve los problemas a largo plazo, sino que más bien contribuye en la acumulación de tensión emocional en las relaciones.
Por ejemplo: un compañero de trabajo habla mal de nosotros a nuestras espaldas. Cada estilo lo afrontará de una manera diferente:
Probablemente, ninguno de los tres estilos anteriores tendrá buenas consecuencias a largo plazo. Una cuarta opción, la asertividad, puede reportarnos muchos beneficios. En primer lugar, vamos a poder expresar nuestros sentimientos y pensamientos, por lo cual vamos a ganar en autenticidad como personas. También haremos un esfuerzo en comprender al otro, con lo que ganaremos en empatía. Vamos a hacernos valer frente a los demás y sin tener para ello que atacarlos, con lo cual ganaremos en respetabilidad. Y no olvidemos que, conforme nuestras habilidades comunicativas se vayan haciendo más eficaces y disfrutemos cada vez más de sus beneficios, nuestra autoestima también se verá fortalecida.
Como cualquier otra habilidad, la asertividad se puede aprender y se perfecciona a medida que se utiliza. Existen muchas técnicas para cada tipo de situación, pero un entrenamiento detallado excede las posibilidades de este breve artículo. Simplemente voy a explicar 4 sencillos pasos que pueden ayudarnos a solventar muchas situaciones, ya sea con compañeros, jefes, parejas, amigos, etc. El objetivo será solicitar al otro un cambio en alguna conducta que nos moleste:
Por ejemplo, en el caso del compañero que se ha quejado de nosotros, después de buscar un momento apropiado en el que nadie nos interrumpa, podemos usar la asertividad y decirle con calma: “Quiero comentarte algo que me gustaría que habláramos antes de que vaya a más. Esta mañana me ha llamado el jefe y me ha dicho que le has comentado esto de mí. La verdad es que me ha sentado bastante mal enterarme de esa manera. Me he quedado blanco, oye, no sabía qué decirle. Entiendo que lo hayas hecho, porque no llevas mucho tiempo trabajando aquí y no hemos tenido tiempo de conocernos bien. También reconozco que yo no siempre soy un compañero perfecto, muchas veces meto la pata y, por supuesto, estás en tu derecho de quejarte al jefe si así lo crees conveniente. Pero a mí me gustaría que, si alguna vez vuelve a ocurrir, lo hablaras conmigo con toda tranquilidad. Y yo haré lo mismo, si te parece bien. ¿Qué te parece si lo hacemos así a partir de ahora?“
La conducta asertiva resolverá muchos conflictos, pero, sobre todo, los prevendrá en el futuro, porque estaremos dando a entender que no vamos a dejar pasar este tipo de situaciones. Sin embargo, no es ninguna fórmula mágica y, en según qué situaciones, también nos convendrá ser agresivos o pasivos (el estilo pasivo-agresivo no lo recomiendo); sobre todo, cuando la otra persona no atienda a los intentos de conciliación por nuestra parte. Pero estos casos serán raras excepciones. En la mayoría de casos, la asertividad ayudará a cicatrizar las heridas y, como decía Balfour Mount, el padre de los cuidados paliativos, se puede trabajar en equipo con cicatrices, pero no con heridas abiertas.