Cómo pedir perdón

Cómo pedir perdón

04/07/2016


Errare humanum est, sed perseverare diabolicum

“Errar es humano, pero perseverar (en el error) diabólico”,

Proverbio latino.

No somos perfectos. Todos nosotros nos equivocamos. Y a veces nuestros errores hacen daño a los demás. Incluso a veces esos errores son intencionados, porque queríamos realmente hacer daño. Luego lo pensamos mejor y nos gustaría cambiar las cosas, pero ya no podemos regresar al pasado. Pues bien, aunque nos hayamos equivocado, aunque hayamos perjudicado a otros, aunque viajar en el tiempo sea imposible y, por lo tanto, a día de hoy sea demasiado tarde para rectificar, siempre podemos mejorar la situación si estamos dispuestos a aceptar nuestras faltas y a pedir perdón por ellas. Pero no se trata de decir simplemente “lo siento”. El proceso de pedir perdón debe ser un poco más elaborado para que sea efectivo.

Si habéis ofendido a alguien y desearíais no haberlo hecho, podéis seguir estos pasos, que aunque sencillos nunca son fáciles:

  • Elegir el momento y el lugar adecuados. Como cuando damos malas noticias, es importante estar solos, calmados y pedirle a la otra persona que nos preste toda su atención. Esto no debe suponer la excusa para postergarlo eternamente. Si el momento no aparece por si solo, debemos propiciarlo nosotros mismos. También conviene recordar que estamos solicitando perdón y, por lo tanto, nuestro lenguaje corporal debe ser humilde y nuestro tono de voz conciliador.
  • Reconocerlo. Si hemos sido capaces de reconocer, ante nosotros mismos, lo que hemos hecho, es el momento de reconocerlo ante la persona ofendida. Debemos empezar por describirle cómo fue nuestra ofensa, para que sepa que somos conscientes de ella y que nos hacemos cargo. Esto le va a dar al otro la oportunidad de expresar su sufrimiento. Permitir que el ofendido ventile sentimientos será muy importante para desbloquear la situación.
  • Sentirlo. Cuando la otra persona expresa su rabia y su dolor, es importante tratar de comprenderlo y, más allá que eso, llegar a sentirlo también. Básicamente se trata de ponernos en su piel, de sentir por lo que le hemos hecho pasar y de que la otra persona se sienta acompañada en sus sentimientos.
  • Explicar lo que nos gustaría que hubiese ocurrido. Le explicamos cómo nos gustaría actuar si tuviésemos la oportunidad de vivirlo de nuevo y por qué nos importa hacerlo bien.
  • Tomar medidas para que los hechos no se repitan. Para que la otra persona confíe en el futuro, debemos estar dispuestos a asumir unas medidas consensuadas mutuamente que sean capaces de evitar que los hechos se repitan.
  • Proponer alguna compensación. Sólo nos queda preguntar si podemos hacer algo para compensar nuestras faltas. Es decir, si hay algo que esté en nuestra mano para ayudar a la persona ofendida a sentirse mejor. La compensación debe ser justa, que no sea una venganza, sino algo constructivo.

“Escucha, me gustaría decirte algo y no quiero dejar pasar más tiempo. Si tienes un minuto podríamos hablar. Sé que actué mal en aquella ocasión. Te dije esto, hice esto otro y no tuve en cuenta cómo te sentirías. Soy consciente de que por mi culpa hubo tales consecuencias. Si pudiera volver atrás en el tiempo, creo que lo que tenía que haber hecho o dicho era esto otro. En el futuro, si alguna vez volvemos a estar en una situación parecida, yo actuaré de esa manera y, ante las mínimas señales de lo contrario, recuérdame estas palabras porque no las voy a olvidar. Además, haremos tal cosa para evitarlo y voy a poner de mi parte los medios necesarios. Sé que no puedo deshacer lo hecho, pero me gustaría compensarlo de alguna manera para que te sintieras mejor. Por favor, dime qué puedo hacer”.

Por supuesto, a pesar de hacer todo esto, la otra persona estará en su perfecto derecho de no perdonarnos y, faltaría más, deberemos respetar su decisión. Aun así, seguramente los dos os sentiréis mejor.

Vicente Bay