La tiranía de la felicidad

La tiranía de la felicidad

27/01/2014


“He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz.”

Jorge Luis Borges.

La felicidad se ha convertido en un estado mental casi obligatorio. “¡TIENES QUE SER FELIZ!” es un mensaje que se lanza continuamente de muchas formas. Los anuncios están plagados de gente feliz. Cada empresa nos vende su fórmula, su granito de arena para hacernos felices. La felicidad se comercializa.

El mensaje puede llegar a ser agobiante. Básicamente están diciendo que si no eres feliz, tu vida no tendrá sentido. Si no eres feliz, no serás atractivo. Si no eres feliz, serás un perdedor. En mi opinión, intentar obligar a alguien a que sea feliz es como apuntarle con una pistola en la sien y ordenarle que esté tranquilo. La felicidad entonces se convierte en un imposible, en una forma de autoengaño.

¿Qué podemos hacer ante este abuso, ante esta constante apología mediática a una felicidad más estética que sustancial? Primero de todo comprender que la felicidad no debe entenderse como un estado, sino como un proceso. No es algo que se consigue y ya se tiene. No es un premio que se alcance y pueda exhibirse en la vitrina de la vanidad. No es algo estático, permanente ni inmutable.

Más que una certeza, la felicidad es algo en constante movimiento, como un jardín que hay que cuidar a base de pequeños gestos. Un jardín en el que también caben malas hierbas, insectos, barro y hasta estiércol, pero que al mismo tiempo nos ofrece sabrosos frutos, nos deleita con bellos aromas y colores y, sobre todo, nos permite lo más importante: nuestra propia autonomía.

La felicidad es un proceso personal sin garantías, un camino con tropiezos, una búsqueda donde uno se pierde a veces, una pregunta constructiva que soluciona un problema, un estar dispuesto a evolucionar y a aprender, sin rehuir el sufrimiento ocasional, sin perder de vista nuestras metas a largo plazo y sin olvidarnos de disfrutar de los placeres sencillos de cada día.

No nos obsesionemos. Hay cosas mejores que hacer en la vida que pretender ser feliz. Por ejemplo, conocernos a nosotros mismos y aprender a aceptarnos con amabilidad, compasión y tolerancia.

Vicente Bay