Las emociones son un sistema de procesamiento de información que nos permite adaptarnos al medio, es decir, nos facilita la conducta apropiada para cada situación concreta.
Nuestro sistema de procesamiento emocional prepara al organismo para dar una respuesta ante determinadas situaciones ambientales. De esta manera, nuestro cerebro prioriza los recursos, el procesamiento y la respuesta necesaria según la emoción manifiesta.
“David y su familia se encuentran en una casa de campo. Han ido a pasar allí el fin de semana. Está sentado tranquilamente en el porche, tomando una taza de café, cuando detecta olor a humo. Se levanta a ver que sucede. Cuando da una vuelta a la casa ve que la ladera del monte cercana ha empezado a arder.
Siente un escalofrió de miedo, su corazón y su respiración se aceleran y aparece un gran malestar en el estómago. Sabe que ahora mismo él y su familia están en peligro. Tienen que alejarse urgentemente de allí.”
Las emociones se pueden clasificar de diferentes maneras. Nosotros vamos a utilizar una clasificación categorial: emociones primarias y secundarias.
Las emociones primarias o básicas son las que aparecen en los primeros momentos de nuestra vida. Son innatas y se reconocen universalmente en todas las culturas. Su principal función es la adaptación al medio para mantener la supervivencia del individuo. Estas emociones son la alegría, sorpresa, miedo, ira, tristeza y asco.
Sin embargo, las emociones secundarias pueden derivar de las emociones primarias, del desarrollo de nuestras capacidades cognitivas o de nuestra experiencia social. Estás aparecen entorno a los dos años y están estrechamente relacionas con nuestra identidad personal. Estas emociones poder ser el orgullo, la vergüenza, la culpa, los celos, la frustración...etc.
“Miriam está en la habitación llorando. Acaba de tener una discusión muy fuerte con su madre. Esa noche hay un concierto de un grupo que le gusta. Dado que es martes, ella es menor de edad y al día siguiente tiene clase, su madre no ha accedido a su petición.
El hecho de no poder ir al concierto ha desatado en Miriam la ira, y le ha dicho a su madre que la odia. Ahora que está en la habitación recordando lo sucedido, empieza a sentirse culpable por su comentario. Miriam reflexiona y decide pedir disculpas a su madre.”
La información que el cerebro procesa de las emociones le ayuda a organizar nuestra experiencia diaria y vital. Esto es posible gracias a la capacidad de las emociones para evolucionar, desarrollarse y madurar, además de su alta plasticidad.
Cuando experimentamos una nueva situación que tiene una significación personal, el procesamiento emocional nos permite responder con la conducta apropiada a esa situación.
También nos permite predecir nuestro comportamiento y el de los demás. Esto ayuda a promover la conducta prosocial; de hecho, la información emocional que enviamos y recibimos facilita la interacción social con los demás.
Para que esto ocurra es importante tener una buena capacidad para reconocer, expresar, validar y regular nuestras propias emociones y las emociones que nos transmiten los demás.
“Miguel está sentado en la silla de su despacho pensando. Acaba de hablar con Paco sobre un asunto laboral. Le ha visto un poco triste y decaído. Lleva así desde la muerte de su padre.
Miguel cree que le está constando afrontar dicha pérdida y necesita apoyo social. Así que ha decidido quedar con él después del trabajo y así poder hablar de cómo se encuentra.”
Los problemas de gestión emocional pueden aparecer cuando tenemos problemas para reconocer, expresar, validar y/o regular nuestras propias emociones. También cuando tenemos problemas con el reconocimiento, expresión y validación de las emociones de los demás.
Casi todas las patologías mentales vienen asociadas a algún problema en la gestión de las emociones.
Por ejemplo, la depresión está asociada a una constante desesperanza; la ansiedad, a una alta intensidad de miedo y angustia; la personalidad límite, a la falta habilidades ante la disregulación emocional. Etc.
Para poder gestionar nuestras emociones es importante entender qué información estamos recibiendo y transmitiendo. Es muy difícil gestionar algo que no se comprende.
Para ello hay que reflexionar sobre qué ocurre cuándo recibimos información emocional. Si reconocemos esta información con facilidad o en cambio, nos cuesta saber cómo nos sentimos.
Si somos capaces de expresarla o la inhibimos para no conocerla. Qué pensamientos acompañan a nuestra emoción. Si la aceptamos incondicionalmente o la criticamos ferozmente.
Todo esto nos ayudará a conocernos mejor, que es el primer paso para poder aprender a gestionar nuestras emociones.
Lorena Fernández
-Fernández-Abascal, E. G., Jiménez, M. P. y Martín, M. D. (2009). Emoción y motivación, la adaptación humana. Madrid: Ramón Areces.
-Goleman, D. (1995). Emotional intelligence. Bantam Books, Inc.