Depresión
La depresión es una enfermedad que se manifiesta de manera global y afecta a prácticamente todas las áreas de nuestra vida. Está considerada una enfermedad mental grave que puede llevar a la persona a un estado de gran incapacidad funcional. La persona deprimida no se comporta igual que antes, no se relaciona con los demás de igual manera y no rinde de la misma forma en sus obligaciones cotidianas. Incluso puede cambiar su concepción sobre sí misma, sobre la vida, sobre el futuro y sobre el mundo que le rodea.
En la cultura popular, muchas veces se utiliza el término depresión de una manera trivial. Solemos oír con frecuencia que alguien dice “ayer por la tarde estuve muy deprimido” o “yo los lunes me deprimo”. En estos casos, las personas nos referimos a un estado momentáneo de bajo estado de ánimo o de tristeza. Sin embargo, cuando hablamos de una depresión clínica, o de un episodio de depresión mayor, hacemos referencia a un estado psicológico más grave y duradero, que abarca muchos más síntomas aparte de la tristeza.
Para hablar de una depresión clínica, es necesario que los síntomas se hayan mantenido al menos dos semanas. Una vez instaurada una depresión, puede durar desde unas pocas semanas, en los casos más leves, hasta largos años, en los peores casos, siendo lo normal entre 4 y 8 meses de duración. Como en cualquier asunto que implica la salud de la persona, es muy importante actuar antes de que se cronifique.
La depresión puede comenzar de golpe, ante una situación de pérdida, de duelo, de conflictos interpersonales o tras vivir situaciones traumáticas. Otras veces la depresión comienza de forma insidiosa, es decir, poco a poco y progresivamente, por el estrés de la vida, el agobio, la frustración continua, patrones cognitivos viciados o falta de refuerzos positivos.
Existen varios modelos explicativos teóricos acerca de la depresión. Ninguno es definitivo y, de hecho, todos funcionan en según qué casos. Unos modelos hacen referencia a la falta de actividades reforzantes (enfoque comportamental de Lewinsohn). Otros ponen el acento en los procesos de auto-focalización de la atención y de auto-evaluación (enfoque del auto-control de Rehm). Otros señalan la importancia de las atribuciones causales que hacemos acerca de los acontecimientos positivos y negativos (enfoque de la indefensión aprendida de Seligman). La psicología cognitiva, por su parte, pone el foco en las distorsiones cognitivas (Beck) y en las ideas irracionales (Ellis). Por último, el enfoque de las terapias de tercera generación basa su explicación de los trastornos afectivos en el concepto de evitación experiencial. Como se ve, hay muchos factores psicológicos que pueden estar involucrados en una depresión.
Ante una depresión, lo primero que hay que hacer es una evaluación psicológica apropiada para averiguar los factores antecedentes, los factores desencadenantes y los factores mantenedores de la depresión. A partir de ahí, se debe diseñar y seguir un tratamiento psicológico en cada caso particular, el cual, según aconseje el resultado de la evaluación, incidirá más en aspectos internos o externos, en aspectos cognitivos o conductuales, en aspectos sociales o individuales, en aspectos existenciales o coyunturales, etc.
No existe una fórmula de aplicación general en los trastornos por depresión. Cada caso debe ser estudiado, comprendido y tratado individualmente. Además, será importante también aprender a evitar las recaídas, saber reconocer los síntomas iniciales de cada episodio y empezar a poner remedios antes de volver a caer en espirales depresivas.
En casos de depresiones severas, se puede combinar la terapia psicológica con terapia farmacológica. Sin embargo, a largo plazo, es mejor desarrollar habilidades de afrontamiento personales que aprender a depender de los fármacos.
La Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es el tratamiento de elección para la mayoría de las depresiones. La TCC nos ofrece un amplio abanico de técnicas de modificación de conducta para el tratamiento de la depresión:
Las Terapias de Tercera Generación también se han mostrado eficaces para el tratamiento de la depresión, sobre todo a la hora de prevenir las recaídas. El Mindfulness o la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) son capaces de ayudar a la persona a relacionarse de otra manera con sus emociones y sus pensamientos y detener la espiral depresiva. Desde estos enfoques, no se trata tanto de eliminar las emociones o los pensamientos desagradables, sino de aceptar su presencia y exponerse a ellos para integrarlos de forma adaptativa.
Sí, la depresión también puede ser la consecuencia de otros trastornos o enfermedades. En el caso de los trastornos de personalidad, la terapia no debe focalizarse en el tratamiento de la depresión únicamente, sino en realizar cambios en la personalidad disfuncional, que es lo que está manteniendo la depresión. Una terapia de corte psicodinámico como la Terapia Basada en la Mentalización será capaz de realizar los cambios estructurales profundos que la persona necesita para eliminar la depresión de forma eficaz y duradera.
Si, los antidepresivos son los fármacos que se suelen recetar para el tratamiento de la depresión. Los puede recetar el médico de atención primaria, pero conviene que este tipo de tratamientos los supervise un especialista en psiquiatría.
Este tipo de fármaco suele tardar en hacer efecto un par de semanas y se deben prescribir durante al menos varios meses. La acción farmacodinámica sobre el sistema nervioso es lenta en las vías serotoninérgicas, responsables habituales de la depresión endógena.
Los antidepresivos funcionan como una muleta sobre la cual la persona puede apoyarse mientras la psicoterapia va realizando poco a poco su labor de rehabilitación psicológica. Los fármacos pueden ayudar a la persona a levantar el estado de ánimo y a abrir una ventana emocional a través de la cual la psicoterapia puede empezar a funcionar.
- American Psychiatic Association (2014). Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (5th Ed.) Madrid: Editorial Médica Paramericana.
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- Beck, A. T., y Shaw, B. F. (2005). Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Desclée de Brouwer.
- Caballo, V., Salazar, I., y Carrobles, J. A. (2014). Manual de psicopatología y trastornos psicológicos. Madrid: Pirámide.
- Segal, Z. V., Williams, M. G., y Teasdale, J. D. (2015).Terapia cognitiva basada en el mindfulness para la depresión. Barcelona: Kairos.
- World Health Organization. (1992). The ICD-10, Classification of Mental and Behavioural Disorders. Clinical Descriptions and Diagnostic Guidelines. Geneva.