Estrés
El estrés es el proceso biológico que se activa cuando nos encontramos ante una situación que supera nuestros recursos o pone en peligro nuestro bienestar personal. Aunque el proceso del estrés tiene popularmente una connotación negativa, en realidad, el estrés es un mecanismo que nos ayuda a adaptarnos a nuestro entorno.
Cuando nos encontramos ante un suceso que requiere una mayor demanda de recursos se produce la experiencia de estrés. Un claro ejemplo lo encontramos en los periodos de exceso de trabajo. En este caso, necesitamos que nuestro organismo incremente la actividad para poder afrontar la situación.
En este sentido, el afrontamiento que hacemos de las diferentes situaciones de estrés va a depender de varios factores:
Cuando no somos capaces de afrontar la situación o estímulo que nos demanda un aumento de recursos o que amenaza nuestra integridad, la situación estresante puede tener consecuencias negativas para el organismo.
Seyle (1956) definió tres en fases la respuesta de estrés mantenida en el tiempo denominado síndrome de adaptación general (SGA):
Los sucesos vitales estresantes son experiencias que provocan cambios significativos en nuestra vida diaria. Son experiencias como la enfermedad, el fallecimiento de familiares y amigos, el nacimiento de un hijo/a, el despido laboral, las rupturas familiares o los problemas económicos y pueden aparecer a lo largo de toda una vida, de hecho, los momentos de estrés son consustanciales a la propia existencia. Ningún ser vivo está exento de ellos.
Estos acontecimientos estresantes suelen venir acompañados de un proceso de adaptación o reajuste a las nuevas circunstancias. Cuando pasados los tres primeros meses, a contar desde el inicio del suceso estresante, la persona experimenta malestar emocional de manera desproporcionada, es decir, un sufrimiento que lleva a la persona a un deterioro social, laboral y funcional, hablamos de un trastorno adaptativo. Con los trastornos adaptativos aparecen síntomas de ansiedad, depresión e insomnio, los cuales pueden convertirse en trastornos propios si los síntomas continúan en el tiempo, requiriendo tratamiento psicológico.
A lo largo del día podemos sufrir ciertas contrariedades o microeventos que se experimentan de manera esporádica en nuestra rutina diaria y que nos crean cierto malestar. Estas demandas pueden ser irritantes, frustrantes y muy estresantes, como perder cosas, encontrarnos en un atasco de tráfico o las discusiones laborales y familiares puntuales. Sin embargo, la acumulación de estas experiencias negativas diarias está asociada a un mayor impacto sobre la salud.
Los estresores diarios se diferencian de los sucesos vitales en su frecuencia. Los sucesos vitales suelen acontecer de manera puntual, sin embargo, los estresores diarios pueden ocurrir de manera habitual. No todos los días perdemos nuestro puesto de trabajo, pero sí puede que todos los días nos encontremos en un atasco de tráfico. Dependiendo del acontecimiento se puede observar una estrecha relación entre los sucesos vitales y los estresores diarios, pues algunos sucesos vitales desencadenan posteriormente situaciones de estrés cotidiano, como puede ser el nacimiento de un hijo y sus cuidados posteriores. El estrés diario también esta asociado a la ansiedad y al insomnio, además de multiples problemas físicos.
Cuando el estrés experimentado se mantiene en el tiempo termina cronificandose. El estrés crónico puede ser el resultado de estresores cotidianos que no se atienden o no se manejan adecuadamente. Los estresores crónicos suelen iniciarse de manera gradual, mantienen una continuidad en su curso y son impredecibles en su final. Las consecuencias del estrés crónico son graves, particularmente porque éste contribuye a la ansiedad y la depresión.
El estrés crónico está relacionado con los conflictos interpersonales que se dan en ambientes laborales (sobrecarga laboral, presión laboral con un exceso de responsabilidades, así como la ambigüedad sobre el trabajo a realizar), familiares (cuidado de enfermos dependientes y conflictos entre distintos miembros de la familia) y problemas socioeconómicos que la persona puede vivir (residencia en barrios conflictivos, la economía familiar o enfermedades crónicas).
El estrés crónico tiene consecuencias para nuestro organismo. Se ha relacionado el estrés con problemas neuroendocrinos (alteraciones hormonales), cardiovasculares (presión arterial alta y riesgo cardiovascular), musculoesqueléticos (dolores musculares), y otras afecciones (migrañas, problemas de respiración, problemas dermatológicos). También ha sido asociado a problemas psicológicos como los trastornos de ansiedad, depresión e hipocondría.
Habitualmente las personas con problemas de estrés no suelen acudir a consulta para tratar este problema. Los problemas por los que los pacientes con problemas de estrés acuden suelen ser trastornos como la ansiedad, depresión y el insomnio, así como el trastorno adaptativo.
El tratamiento de elección para este tipo de problemas es la terapia cognitivo conductual, ya que ha demostrado, en investigaciones científicas, la mejor eficacia en la resolución del problema.
También es importante valorar si los problemas de estrés estan desencadenados por rasgos de personalidad disfuncionales. Un ejemplo puede ser un exceso de perfeccionismo. Este puede llevar a una dedicación exclusiva en el ambito laboral sin dejar casi tiempo para el ocio, lo que aumenta los niveles de estrés experimentados por la persona. De ser este el problema y después de una profunda evaluación, el tratamiento estaría compuesto por terapia cognitivo conductural y psicoterapia.
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