¿Sabes qué es la validación e invalidación emocional?

¿Sabes qué es la validación e invalidación emocional?

23/01/2022


“Samuel ha finalizado su relación con Alejandro después de 2 años. Ha sido de manera repentina y no se lo esperaba. Tenían muchos planes de futuro, que ahora se han roto, lo que le está produciendo una gran tristeza.

Ha tenido que volver a casa de su madre. La relación con ella nunca ha sido fácil. Samuel la define como una persona emocionalmente distante. Por ello, le cuesta expresar sus sentimientos delante de ella debido a la respuesta que puede obtener.

Si empieza a llorar, su madre le dice que no quiere aguantar llantinas por novios, que ya aparecerá otro. Esto provoca que Samuel se queda callado y empieza a hablar de otro tema, guardando sus sentimientos para los momentos de soledad.”

La gestión emocional se basa en una serie de factores como son el reconocimiento, la expresión, la aceptación y la comprensión de nuestros estados emocionales y de los otros.

Como habíamos comentado anteriormente, las emociones son mecanismos de información que nos ayudan a adaptarnos al entorno. Nos permiten desplegar una serie de comportamientos dependiendo de la situación.

De estos elementos, el reconocimiento de las emociones es el más conocido socialmente.  Desde que Daniel Goleman publicara su libro sobre “Inteligencia emocional”, se ha trabajado desde distintos ámbitos en este proceso.

Ya es habitual ver en colegios, escuelas y guarderías trabajar con los menores el reconocimiento de las emociones, a través de cuentos o tareas. También la información disponible en internet, cursos, libros, etc., está enseñando a los adultos en este campo.

 

¿Qué es la validación emocional?

La gestión emocional no sólo es reconocer cómo nos sentimos o cómo se sienten los demás. Para poder regular tus emociones, también es necesario comprender la información que estás recibiendo o te están transmitiendo, aceptarla, expresarla, y cuando todo esto sucede, es cuando llega el último paso, la regulación.

Cuando hablamos de validar nos referimos a la aceptación profunda de las emociones propias y del otro sin juzgar, sin aconsejar, sin intentar cambiar nada en ese momento.

Cuando validamos, corroboramos la importancia de lo que siente la otra persona y lo tomamos como algo legítimo. En definitiva: comunicamos que nos importa su experiencia.

La validación emocional es clave en la regulación porque si aceptamos cómo nos sentimos o cómo se sienten los demás es más sencillo que lo expresemos y que aprendamos a regularlo.

En este sentido, se puede observar fácilmente las dificultades tanto en la validación como en la expresión emocional de las personas.

Nuestro comportamiento ante emociones como el miedo o la tristeza, por citar algunas, nos suele delatar. Son estas emociones las que tendemos a invalidar con mayor frecuencia.

 

¿Qué es la invalidación emocional?

La invalidación emocional ocurre cuando la persona no acepta, de forma consciente o inconscientemente, sus propias emociones o las emociones ajenas y de alguna manera intenta mitigarlas o inhibirlas.

Las emociones primarias que más se tienden a invalidar son el miedo, la tristeza y la ira. Esto suele ocurrir cuando estamos en situaciones sociales, ante el temor de un juicio social por el hecho de expresarlas.

Por ejemplo, cuando un niño tiene miedo a vacunarse y se pone a llorar es común escuchar frases como: “¿Por qué lloras si no es nada?”, “Ese niño llora porque es tonto” o “Deja de llorar que estas haciendo el ridículo”.

Este tipo de mensajes invalidantes son juicios o valoraciones negativas sobre la expresión emocional del miedo, que generan un malestar en la otra persona y que provocan la inhibición de la emoción de forma desadaptativa.

 

¿Cómo invalidamos emocionalmente a una persona?

Hay diferentes maneras de invalidar las emociones de una persona, por ejemplo:

Minimizando. Esto se produce cuando intentamos inhibir la emoción del otro sugiriendo que la expresión es excesiva para el hecho que lo desencadena, el famoso ¿Por qué te pones así si no es para tanto?

Juzgando. Cuando hacemos un juicio despectivo por la expresión emocional. ¿De verdad, estas llorando por esa tontería?

Castigando. Se produce cuando queremos detener la expresión emocional a través del castigo. Como sigas llorando te voy a castigar.

Culpabilizando. Cuando hacemos sentir culpable a la persona por su expresión emocional. ¿Ya estás otra vez llorando?, me tienes cansada con el tema.

Desinterés. Cuando no conectamos con la expresión emocional del otro. Es que no entiendo porque estas así.

Evitación. Cuando intentamos que lo otra persona evite su expresión emocional. Mejor no hablamos del tema y nos centramos en otra cosa.

También nos autoinvalidamos cuando disimulamos, es decir, cuando la persona intenta no expresar sus emociones y finge que está bien.

 

¿Por qué es importante trabajar la validación emocional y evitar los comportamientos invalidantes?

La validación emocional ayuda a la persona a aceptar sus propias emociones y a poder expresarlas, sin juzgadas ni valorarlas de manera negativa. Esto favorece la comprensión sobre uno mismo y los demás, lo que beneficia la interacción en nuestras relaciones interpersonales.

Cuando invalidamos a una persona sus emociones, le estamos transmitiendo que eso que siente no esta bien, entonces la emoción no puede hacer su trabajo y la persona pierde ese poder adaptativo.

Esto desencadena una falta de comprensión de la información recibida que aumenta las probabilidades de tener problemas psicológicos cuando experimentamos ciertos acontecimientos vitales, como pueden ser pérdidas afectivas, problemas en las relaciones personales, en las relaciones laborales, etc.

 

¿Cómo se validan las emociones?

Para validar emocionalmente a una persona hay que comenzar por empatizar con sus circunstancias, independientemente de cuál sería nuestro comportamiento ante el mismo hecho.

Lo primero es prestar atención, escuchando al otro, mirándolo a los ojos: escuchar lo que dice atentamente, observar sus gestos, su tono de voz, su postura corporal; estar atento a lo que el otro expresa sin pensar en la respuesta que darás.

Es importante aceptar con mente abierta la experiencia emocional del otro: cualquiera que sea la emoción que está sintiendo, es su emoción, y puede incluso ser dolorosa, pero eso es parte de la condición humana. Es importante hacer lugar a todas las emociones, todas tienen un sentido.

Hay que identificar las emociones del otro y dar una respuesta empática sin aconsejar: aconsejar implica que algo de la situación debe cambiar, muestra que nos cuesta tolerar la presencia de la experiencia emocional.

Si la otra persona no ha pedido consejo, darlo puede resultar invalidante ya que puede dejar ver que consideramos que el otro no sabe cómo resolver sus problemas.

También es importante ofrecer compañía: ofrece permanecer al lado durante la experiencia emocional; si no estás seguro de que eso es lo que el otro desea puedes preguntar si desea estar solo, si quiere hablar sobre eso o si hay algo puntual que puedas hacer en ese momento.

No se deben emitir juicios ni valoraciones en esos momentos y estar dispuesto a dar, no lo que uno cree que es mejor, sino lo que es mejor desde la perspectiva del otro.

Una de las razones por las que nos cuesta tanto validar las emociones del otro es la ansiedad que sentimos por ayudarlo a sentirse mejor –y, de paso, sentirnos mejor nosotros.

Nos cuesta hacer lugar a las emociones, en especial cuando son dolorosas o desagradables. Nos duele que al otro le duela, que esté triste, que esté enojado y nos cuesta tolerar estar ahí? para simplemente acompañar.

Pero el riesgo de querer ahogar rápido esas emociones es alto: podríamos enseñar sin quererlo que las emociones dolorosas no deberían estar ahí?, cuando en realidad son parte ineludible de la vida.

Podríamos estar comunicando que el otro no sabe cómo llevar una vida sin dolor, lo cual es en realidad una meta inalcanzable.

Uno de los mejores regalos que podemos ofrecer es dar lugar a las emociones del otro —y a las propias—, las que fueren, porque todas contienen algo de verdad y de sentido y merecen ser experimentadas completamente.

 

Vicente Bay y Lorena Fernández